
La energía y su cambio de rol estratégico
En el actual contexto macroeconómico, Argentina está preparada para afrontar inversiones de corto plazo, que no implique dos o tres mandatos presidenciales.
En el actual contexto macroeconómico, Argentina está preparada para afrontar inversiones de corto plazo, que no implique dos o tres mandatos presidenciales.
En 2022 hubo un crecimiento de la capacidad en todos los sectores productivos y eso impactó positivamente en la economía y en el sector de hidrocarburos.
Entre 1999 y 2010 se logró un superávit comercial por más de U$S 49 mil millones en el sector energético, convirtiéndose en uno de los activos principales de la economía.
La recuperación de la capacidad instalada de los sectores industriales y el crecimiento del consumo, en alguna medida, estuvo apalancada por varios sectores económicos y uno de ellos era el ingresos de divisas que generaba la industria energética.
A partir de la crisis de 2002 aparece la presión inflacionaria y con ella la necesidad de los crecientes y controvertidos subsidios.
Sin embargo, no se invirtió en proyectos de largo plazo para generar mayores reservas y flujos de caja. Para dividir estos 20 años hubo un período del sector energético funcionando como eje central en la generación de divisas al país apuntalando a los demás sectores productivos, pero por otro lado, un freno importante que terminó condicionando la actividad a partir del año 2011.
Aquí comienza una etapa de déficit comercial, de cepo, falta de inversión, un cambio de ciclo con importantes importaciones.
En el futuro la magnitud del cambio de tendencias está asociado con los cambios políticos, pero es inevitable que con las inversiones realizadas en estos últimos meses, el escenario es alentador.
En los últimos años, Argentina experimentó una revolución en el área de hidrocarburos, con la llegada de nuevos players y la incorporación de tecnología de avanzada. También se vio un cambio morfológico sustancial en la ubicación de las cuencas productivas, principalmente en el upstream y está tardando de darse en el midstream.
En el actual contexto macroeconómico, Argentina está preparada para afrontar inversiones de corto plazo, que no implique dos o tres mandatos presidenciales. Si la macro se ordena el panorama va a cambiar notablemente.
Hubo un cambio en el rol estratégico de la energía en los últimos 20 años. El país hoy se encuentra con una activo que hace dos décadas era imposible de imaginar. Se trata de aprovechar las oportunidades que tenemos por delante.
Por el momento, tímidamente, las operadoras están mostrando buenos balances y esto los posiciona mejor para afrontar proyectos con caja propia, distribuir dividendos, reinvertirlos y con financiamiento local en algunos casos.
Hoy hay consenso político de que Vaca Muerta es una de las llaves para lograr la estabilidad económica y exportar los excedentes de producción de petróleo y gas.
Confluye, además, la necesidad imperiosa de los mercados internacionales de comprar estos productos y la necesidad que tiene el país de generar divisas para sostener su entramado productivo.
La irrupción de Vaca Muerta obliga a pensar y hacer un replanteo entre distintos sectores público y privado para hacer proyectos de infraestructura y mejorarle la vida a los ciudadanos: desde rutas hasta escuelas y hospitales.
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